De Eurípides al sincretismo maya-católico.
Un niño y un anciano de origen maya levantan las manos en alto frente a un público que aplaude levantándose de las líneas de piedra que como albarradas chaparras sirven de graderío en el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de X’océn, en Valladolid, cerca del sitio que las comunidades mayas del oriente de Yucatán consideran como el centro del mundo [...] Representan un retorno y reconocimiento al valor esencial del teatro como acción humana, a esa necesidad de darle sentido a la realidad, interpretarla y repetirla para poder explicársela, para poder formar parte consciente de sí mismo y su relación con sus pares, con los otros y con su entorno. Lee la crónica completa del Festival... |
Bajo la sombra de la ceiba y flamboyán que hacen de guardia, conexión con el inframundo maya, el grupo de teatro La Rendija cerró una edición más del festival internacional de artes escénicas que realiza desde hace cuatro años. |
Dioniso en la adaptación libre de Bacantes, de Eurípides.
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De la lucha entre Dioniso y Penteo a la representación de la vida bajo la ceiba maya
Repensando en teatro con Elka Fediuk Walczewska
"Es ruptura constante [...] espacio aurático, de intercambio de energía".
"Es ruptura constante [...] espacio aurático, de intercambio de energía".
Energía: el teatro es energía en movimiento. Aura: el teatro es un espacio aurático. Es un espacio vivo en el que la energía se proyecta. El contacto es permanente. Como soporte de una narración, en distintos lenguajes, logra lo que no sucede en otros medios o canales de comunicación.
En el teatro existe ese espacio aurático inmanente. Se comunica energía, sensaciones, vibraciones; no solo palabras, sonidos o imágenes.
En el teatro existe ese espacio aurático inmanente. Se comunica energía, sensaciones, vibraciones; no solo palabras, sonidos o imágenes.
Compartiendo el viaje... el pan o tortillas, la sal y el chile habanero
El Festival no fue solo la convivencia en escenarios o espacios ambientados para el montaje escénico. Hubieron otros espacios en los que la "escenografía" de lo real sirvió como marco para los intercambios de experiencias gastronómicas y de andares, del centro histórico de Mérida, hasta los vestigios mayas del oriente del estado. Las comidas y cenas compartidas en un colectivo de casi medio centenar de personas reunidas ante la mesa con objetivos similares: alimentar algo más que el espíritu porque para mantener la fuerza física que el teatro requiere también es necesario contar con la energía suficiente. Opípara es la palabra por antonomasia, no sólo por la variedad de los platillos que llegaron a la mesa colectiva, sino por la sobremesa que no paraba de girar en derredor de los mismos temas: ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿por qué? Se pasaba del tema común a rasgos de la intimidad. Se compartía el alimento y la intelectualidad, el pensamiento. Se vagaba con rumbo fijo. En escenarios tan reales como cada plato de comida. |
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Mesas de trabajo from La Rendija on Vimeo. |